Hace unos días envié un tweet con una serie de pensamientos sobre el coronavirus, que sorprendentemente se volvió también viral. Más de 500.000 impresiones (visualizaciones), 6.300 likes, y más de 2.000 retweets. Algunos de los que lo comentaron, me sugirieron que lo escribiera en el blog. A eso voy, ampliando un poco dichas reflexiones.
1. Quizá el coronavirus acelere la implantación del teletrabajo. Ahora se está poniendo a prueba la verdadera madurez digital de las empresas. En pocos días, muchos, hemos hecho auténticas inmersiones intensivas en plataformas de videoconferencia y similares. Espero que estos instrumentos lleguen para quedarse. Ojalá se imponga también un nuevo estilo de liderazgo, más orientado a la confianza y a la medida de objetivos que al control y al recuento de las horas presenciales. Es evidente que ello no será posible en todas las profesiones. Pero hay margen de maniobra suficiente para amplias mejoras, con incrementos substanciales de la productividad, y oportunidades de conciliación de la vida familiar.
2. También vamos a revisar el despliegue de las cadenas de suministro. La vieja globalización, en busca de las ventajas comparativas de los países (normalmente en coste), está profundamente cuestionada. La digitalización y la innovación hacen más volátiles y móviles los centros productivos. La convergencia de gran parte de Asia hacia economías de mercado desvanece las ventajas de costes. El reshoring (relocalización de actividades productivas a países de origen) se acelerará, por la necesidad de acelerar los ciclos de innovación (cosa que se consigue cerca de los centros de I+D), y por el temor a nuevos acontecimientos inesperados (pandemias, cambio climático, crisis políticas…)
3. Centenares de grupos de investigación en todo el mundo están compitiendo y cooperando a toda velocidad para conseguir la vacuna al coronavirus. Es un ejemplo de innovación orientada a misiones (resolver un reto humano urgente). Quizá de ahí también saquemos lecciones. Si el virus se propaga exponencialmente, las ideas y los conocimientos para combatirlo también lo hacen a la velocidad de la luz, a través de redes informáticas globales.
4. La ciencia dispone hoy de instrumentos considerados imposibles hasta hace poco: supercomputadores e inteligencia artificial. Computadores como Summit, considerado el más rápido de la Tierra, se han puesto a trabajar, a la velocidad de la luz, para escanear miles de combinaciones moleculares que puedan generar una vacuna. El Barcelona Supercomputing Center está también en esa carrera contra el coronavirus. La inteligencia artificial puede modelar y testear virtualmente millones de patrones de moléculas que inhiban el contagio, o que combatan directamente al virus. La lección que debemos recordar es que jamás, jamás, se deben escatimar recursos a la investigación en campos tan críticos como estos.
5. El coronavirus nos hace conscientes de nuestra extrema vulnerabilidad. Ante él, tenemos las mismas protecciones que las tribus del Paleolítico. Es una amenaza global que deja atrás y empequeñece los problemas y las discusiones políticas de sólo hace unas semanas. Por fortuna la mortalidad es baja. Buena suerte. Podría ser un virus mortífero que exterminase a la mitad de la población. Aún así, únicamente nos puede ayudar a superarlo la concienciación individual, la cooperación a gran escala y el conocimiento científico que hemos acumulado y que estamos generando.
6. Se han roto todas las costuras geoestratégicas del viejo siglo XX. La respuesta ha sido dispar en los continentes. Tres “D”: Disciplina en Asia, Descoordinación en Europa, Darwinismo en EEUU. El modelo asiático, una vez más, ha sido el más eficiente ante una disrupción a gran escala. China, una dictadura, ha dado mejor respuesta a un gravísimo problema ciudadano que las democracias occidentales. Éstas deben tomar nota y actualizarse. Europa está reaccionando de forma caótica y descoordinada. La UE ha desaparecido. Es China quien está enviando material de apoyo, y especialistas, a una Europa colapsada, asumiendo el rol que EEUU ha desempeñado durante un siglo. Europa se convierte así en el apéndice occidental de Asia. Mientras, Trump habla de “un virus extranjero”, y, junto con Boris Johnson, parece prepararse para asumir un fuerte pico de mortalidad en sus poblaciones, priorizando la protección del sistema económico por encima del sistema sanitario.
7 .¿Aguantará EEUU esta situación? Sin sistemas desarrollados de protección social, y sin una sanidad pública solvente, muchos norteamericanos enfermos no tendrán más remedio que seguir acudiendo al trabajo. Ni siquiera podrían pagarse los tests, así que muchos morirán sin tener oficialmente la enfermedad. Quizá con ello se ponga de manifiesto la necesidad de algún tipo de Renta Básica Universal, planteada incluso por alas conservadoras de think-tanks republicanos. O eso, o la revolución, en un país que crea riqueza tecnológica, pero no la distribuye eficientemente entre su población. La curva de desigualdad en EEUU es extrema. El final de la crisis del coronavirus alumbrará definitivamente un nuevo mundo de liderazgo chino.
8. Admirable el uso de la tecnología que ha hecho Corea del Sur, posiblemente el país que mejor ha tratado la crisis. Una app distribuida a toda la población permite controlar la temperatura corporal, de forma sistemática, identificando a los individuos con signos de fiebre. Una unidad móvil se desplaza para hacerles la prueba. Si es positiva, se confinan en cuarentena. Todos geolocalizados, para garantizar que no se mueven. Cuando aparece una concentración geográfica de positivos (un clúster), se aísla esa zona. Esto sí que es un ejemplo de transformación digital.
9. Ningún líder occidental ha dicho la verdad, quizá por ignorancia, quizá por miedo a la realidad, quizá por miedo a la pérdida de popularidad. Hay que revisar el sistema político de arriba abajo. Un sistema que ahora padece un mecanismo de inversión natural o de selección inversa. Los mejores huyen de la política. ¿Dónde están los Kennedy o los Churchill del momento? Claro que, éste, capaz de pedir a su pueblo “sangre, sudor y lágrimas”, ganó la guerra y perdió las elecciones. Quizá nuestra clase política prefiere perder la guerra, si con ello gana unas elecciones.
10. En Europa, especialmente tras la experiencia italiana, hemos tenido tiempo de prepararnos. No lo hemos hecho, y ahora pagaremos las consecuencias. El físico americano Albert Barlett dijo que una de las grandes carencias de los humanos es la incapacidad de comprender la potencia de las leyes exponenciales. Efectivamente, si cada persona circulando libremente contagia dos personas por día, el primer día habrá contagiado a 2. Que contagiarán a 4 el 2º día. Y éstos a 8 el 3er día, a 16 el 4º, a 32 el 5º. En 10 días, 1024 contagios. En 20 días, un millón. Por eso era absolutamente crucial cortar la cadena los primeros días, con mensajes y acciones tan serenas como contundentes. Hay que tratar a la población como adultos responsables, no como adolescentes malcriados. Y exigir que se comporten como tales.
11. ¿Nos enfrentamos a una recesión? Muy probablemente. Hemos sufrido un “choque de oferta”, una disrupción o discontinuidad en las cadenas de suministro, que se ven imposibilitadas de producir o distribuir por la falta de suministros o de personal. Habrá un “choque de demanda”: empresas e individuos van a ver reducidos sus ingresos y sus capacidades de inversión y de consumo. Si respetamos la “distancia social” y cortamos rápidamente la propagación, en un par de meses todo puede estar resuelto. Si no existe una respuesta coordinada entre naciones, y absolutamente síncrona, un auténtico “apagón” temporal y simultáneo, el virus irá apareciendo y reapareciendo diabólicamente, amenazando los fundamentos de la economía global, y condenando a sucesivos países a la recesión.
12. Finalmente, llevamos dos importantes avisos este año: la tormenta Gloria, y el coronavirus. Somos muy frágiles. Más vale que pongamos todos nuestros esfuerzos y recursos en lo que de verdad importa. Como dijo Greta Thumberg, la Naturaleza no negocia.
El mundo que nos dejará el coronavirus se parecerá poco al mundo donde nacimos.